Jun 27, 2019

Poniendo en Orden tu Mundo Interior


El mundo en el cual vivimos no necesita esforzarse mucho para consumir nuestras energías. Si nos dejamos llevar por este estado, rápidamente seremos absorbidos, por las demandas laborales, académicas, necesidades profesionales, tareas domésticas, agenda familiar, educación de los hijos, etc. Eso sin hablar de los problemas de salud, qué siempre están presentes, o los problemas financieros que nunca dejan de estar presentes. Y si faltara poco, nos encontramos con la gran cantidad de urgencias políticas, sociales y religiosas que nos rodean. 

Nuestro mundo exterior lleva la marca del caos, caos que no percibimos, pues existe la gran posibilidad de que lo mismo ocurra en nuestro interior. Nuestro mundo interior alberga numerosos callejones oscuros y desconocidos. Desconocidos no porque no tengamos conciencia de ellos, desconoc
idos porque conocemos poco de Dios y su Revelación.  Nuestro mundo interior no es iluminado por vivir una vida apegada a las reglas, o por nuestras buenas acciones como transparencia y honestidad. Por otro lado tampoco se ilumina ni elimina teniendo una vida con todas las "libertades" que me quiera dar. En palabras de Jesús, lo que contamina, lo oscurece, no es lo que entra en el ser humano, y sí lo que sale desde el fondo de su corazón.

Como pastor, no solamente he tenido que pastorear y ser testigo de como numerosos discípulos de Jesús sufren y tropiezan con las presiones de este mundo sin gracia, también he pasado por estos mismos callejones de un alma oscurecida, no solo por el pecado, sino también por no reconocer que es Dios quien tiene el control de todo. Sin darme cuenta, también me he alejado de la gracia, lo que de manera natural me ha llevado a tener una vida sin gracia, oscurecida por mi propia autonomía. Y por favor, no te confundas, no estoy hablando de una vida de libertinaje o pecaminosidad desordenada, hablo simplemente de pensar, que frente a las presiones de este mundo, mi autonomía es la que traerá luz y claridad a mi mundo interior. 

Y aun en medio de estas penumbras, como lo declara el rey David, los discípulos de Jesús tienen el más profundo deseo, de que nuestro Dios Creador pueda iluminar por medio de su Palabra, por medio de una vida de devoción, aquellos callejones oscuros y desconocidos que no queremos que controlen nuestras vidas. Uno de mis escritores favoritos, Philip Yancey, dice que él se impresiona más por una vida en la cual el dolor y el sufrimiento han encontrado redención, que un milagro que quite el dolor, y con esto no quiero decir que uno niegue los milagros del Creador en la humanidad, sino más bien, la idea central del Evangelio no es que pongamos nuestra atención en el milagro, y sí en el propósito que Dios tiene para nuestras vidas con las situaciones oscuras y dolorosas, sean cuales sean, externas o internas, superficiales o profundas,  pues el Dios Creador se glorifica en ellas.

En medio de las numerosas necesidades y desafíos que nos presionan, vemos que el Dios Creador está con nosotros. Él desea traer orden en medio de este caos, luz en medio de la oscuridad. Pero esto no ocurre de inmediato. Los cambios no ocurren de manera repentina. La transformación no es instantánea, pero es posible. Y esto ocurre en la medida que escuchamos a Dios, observamos sus atributos, conocemos más de cerca quien es Él, contemplamos su majestad, y por sobre todas las cosas, reconocemos que Él es suficiente para todo, y de esta manera nos dejamos transformar por el conocimiento de su Palabra

Eugene Peterson nos recuerda que el mundo no es amigo de la gracia de Dios; pero cuando conocemos al Dios Creador, nos rendimos a su amor, y creemos en quien Jesús dijo ser, podemos ver como el caos en nuestro interior, liderado por la codicia, la avaricia y el egoísmo van desapareciendo por medio de la  transformación que el Espíritu Santo opera en nosotros, y de esta manera el amor, la fe y la esperanza florecen en nuestro mundo exterior. Este florecimiento es redentivo, pues aunque nuestro exterior se vaya descascarando, nuestro mundo interior se va fortaleciendo.

En tiempos de angustia y dolor queremos correr, huir al desierto más escarpado, no creo que eso sea un problema, pues en tiempos como estos necesitamos tiempo de solitud, algo así como un espacio de soledad en el cual podemos acallar nuestras almas y esperar la voz del Creador. Es por eso que no me sorprende que algunos compañeros de jornada no comprendan la noche oscura del alma, lo que me entristece es que pongan las limitaciones de otros como excusa para las suyas.

Ora, para que en toda circunstancia, especialmente  en los momentos en que ves oscurecida tu alma, el consolador te ayude en la jornada de ser transformado a la imagen de Jesús, y para que cada día tu  relación con Dios esté basada en el deseo profundo de estar con Él, de querer lo que Él tiene para ti, y para que Él sea el centro de tu vida.

Yo esperé, esperé y esperé por el Eterno.
Finalmente,  Él me miró; finalmente,  Él me escuchó.
Él me sacó del foso de la desesperación,
me sacó del fondo del fango.
Él me puso sobre una roca sólida,
para asegurarse de que yo no resbalara.

Él me enseñó a cantar su más nueva canción,
una canción de alabanza a nuestro Dios.
Cada vez más personas están viendo esto.
Ellas entienden el misterio,
y se abandonan en los brazos del Eterno.
Salmo 40:1-3 MSG


Pastor José Prado.